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febrero 28, 2022 4 lectura mínima
COMO SI FUERA UN JUGADOR DEL FIFA 22 O UNA GIMNASTA OLÍMPICA, CADA CAFÉ DE ESPECIALIDAD TIENE SU PUNTAJE.
¿Cómo se llega a ese número? ¿Qué cambia que un café tenga 75, 85 o 97 puntos? Maxi Guerra revisa el origen y las implicancias de un dato de la etiqueta que hoy damos por obvio.
Erna dio nombre a algo que estaba en el aire: había ciertos cafés donde el origen y el proceso determinaban una calidad excepcional. Junto a un grupo de tostadores de la Costa Oeste estadounidense formaron en 1982 la Speciality Coffee Association of America (SCAA), la piedra fundacional de lo que hoy conocemos como Café de Especialidad.
Dos años después la SCAA desarrolló un sistema de puntuación de 0 a 100. Los expertos (luego llamados Q Graders) evalúan aroma, sabor, retrogusto, acidez, cuerpo y equilibrio entre otras categorías. Un café no se considera “de especialidad” si no supera los 80 puntos.
El resultado no es solo un número bonito: el contacto de productores con especialistas hace que los primeros tengan herramientas para mejorar su café y que sea valorado como tal. Dave Eggers cuenta en El monje de Moka qué puede suceder si, por ejemplo, un productor ruandés logra un café superior a los 90 puntos: “Podría transformar su negocio de materia prima de baja gama a merced del mercado mundial a un negocio de especialidad que le permitiría tratar directamente con los tostadores de su elección”.
Todo muy lindo con este hipotético productor ruandés, ¿pero eso llega a pasar en el mundo real? Bueno, el libro de Eggers se basa en un caso tan real que parece ficción: el protagonista es Mokhtar Alkanshali, un yemení que logró, en medio de la guerra, reflotar la producción de su país consiguiendo cafés de hasta 97 puntos.
El puntaje está en la etiqueta, la verdad en la taza.
LOS BÁRBAROS, ALESSANDRO BARICCO
Es maravilloso el análisis de los grandes cambios globales a partir de tres ámbitos particulares: el fútbol, el vino y los libros. Diez años después Baricco redoblaría la apuesta con otro ensayo determinante: The Game.
EL MONJE DE MOKA, DAVE EGGERS