Historias de un suscriptor #02 — Victoria Brion
Vivi se acaba de mudar. Vive en un apartamento con pisos de madera, techos altos y un balcón con vista a la Plaza Independencia. Hace música y también analiza datos. Mientras prepara su prensa francesa y nos muestra algunas de sus tazas, arranca la charla.

¿Desde cuándo estás suscripta a Culto?
Estoy suscripta en Culto, creo que desde el 2020, con algún momento entremedio de on and off. Pero sí, hace muchos años. Creo que es el 18 que me llega la suscripción y es un gran momento. Además, por lo general, siempre me lo termino un par de días antes, y ya es el momento de que necesito que llegue de nuevo.
Siento que con la suscripción de Culto aprendí a prestarle atención al acto de tomar café. Antes, toda la vida tomaba café con leche, yo qué sé, random. Y me costó un tiempo entender que el café en sí mismo es como un ritual más allá de solamente tomar azúcar. Me gusta que me llegue el café y me gusta tomar café, pero también se convirtió en un acto para mí. Más como de conciencia con respecto al consumo del café. Sí... como un ritual.
El momento de hacerlo, de molerlo, de prestarle atención… es una cosa que todas las mañanas lo hago y me baja. Me recuerda un estado. Por un lado está lo del café en sí, pero también va más allá del café en sí.
También me lo llevo a todos lados. Cuando viajo —ahora estoy yendo bastante a Buenos Aires— me llevo el café. Me llevo la cafetera, me llevo el café… no me llevo las tazas porque ya sería un poco loco. También me encanta compartirlo, hacerles a mis amigos un café y compartirlo, está bueno.
¿Qué onda con las tazas?
Las tazas son mi patrimonio. No sé, las amo. Tengo un tema con las tazas. Como que soy muy selectiva y me gusta tomar café en tacitas. No me gusta eso de la taza gigante de café. Siento que así lo disfruto más, y como que se mantiene más el calor. Entonces he ido, en el correr de mi vida, juntando muchas tazas. También es un momento en el que me hago el café y elijo la taza, tipo “¿qué taza voy a usar hoy?”. No sé, ahora elegí esta porque es perfecta, básicamente, pero podría haber sido otra.

¿Dónde las encontrás?
Mucho Tristán. Esta era un regalo que hizo creo que Panavox, en un momento, a los clientes. Eran cajitas de seis, con dos colores. Pero no encuentro siempre. También tiene esa cosa: no es que voy y compro lo que quiero. Es lo que aparece. Y también en Buenos Aires he encontrado bastantes.
¿Cuántas tazas tomás por día?
¿Tazas? De estas, 138 mil. (se ríe) Pero me debo tomar como dos, tres de estas por día. Sí, me divierte aparte. Me divierte molerlo, hacerme el cafecito. A veces termino tomando también porque me divierte repetir el ritual. Y de repente, cuando quiero acordar, estoy re pasada de café.
Contanos un poco más de tu música. ¿Cómo es tu proceso creativo?
Bueno, mi proceso creativo es bastante... ¿Cómo decirlo? Random. No tengo mucha estructura. Ahora estoy yendo a Buenos Aires a grabar. Voy a un estudio que es increíble, más que un estudio, es un laboratorio de exploración de sintetizadores y modulares.
A veces voy con un objetivo más o menos concreto, pero me gusta no limitarme. Experimentar, probar, jugar, inventar cosas en el momento. No planificar tanto. Eso a veces hace que el proceso de edición sea mucho más complejo, porque de repente tengo un proyecto con 40 mil tracks, 80 horas de cualquier cosa…
Pero es la manera en que a mí me divierte hacerlo. Creo que es un tema de personalidad eso. Hay distintas maneras de hacerlo, de acercarte al proceso creativo. La mía es bastante experimental.