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marzo 17, 2022 3 lectura mínima
EL PADRE (O ABUELO) DE LA CRIATURA
Alan Adler odiaba el café aguado y amargo que se servía cada mañana. Odiaba tener que llenar una jarra para 8 tazas cuando quería una sola.
Pero no en vano se dedicaba a inventar cosas, así que convirtió su capricho en proyecto.
Con 66 años, este ingeniero ya había cumplido el sueño americano. Usando sus conocimientos de aerodinámica había desarrollado el frisbee perfecto: Aerobie, un éxito de ventas que sería la vedette de su empresa de juguetes y récord mundial en lanzamiento de objetos.
A medida que investigaba formas de llegar a un café menos amargo y con más cuerpo descubría que las variables centrales para el éxito de su método eran tiempo y temperatura: necesitaba un sistema que garantizara una extracción rápida a una temperatura baja.
Cuarenta bocetos después llegó al prototipo de la Aeropress, un método que unía lo mejor de las preparaciones por inmersión (al estilo prensa francesa) con el filtrado (como V60 o Chemex).
DE LA LIBRETA AL CAMPEONATO
Recuerdo la semana en que la Aeropress llegó a mi casa por lo poco que dormí. No podía parar de probar recetas. En una libreta anotaba el procedimiento y las observaciones: probar con molienda más fina, menor temperatura, doblar el tiempo de inmersión, método invertido, hacer vacío inmediato y turbulencia al final, etc.
Tener una Aeropress es un pase libre a un laboratorio cafetero en que se puede jugar con todas las variables, aunque en un principio se pague con insomnio.
Mi caso no es original. Desde que Adler la lanzó en 2005 el contagio fue global: comenzó como un chiste pero hoy en día el Campeonato Mundial de Aeopress es un evento masivo que tiene réplicas en varios países.
A principios de marzo se coronó a un nuevo campeón: el finlandés Tuomas Merikanto, que ganó con una receta que partía de 18 gramos de café y 200 mililitros de agua a 80ºC.
EN LA COCINA DE ALAN
Aunque esté rodeado de juguetes, Alan no deja de ser un hombre de ciencia.
Tiene su fórmula para el café perfecto y no se muestra muy entusiasta ante algunas variaciones, como el método invertido. Esta forma de usar la Aeropress (la que utilizó el actual campeón mundial) permite un mayor control de la inmersión. Bien usado da como resultado un café con más cuerpo y notas más intensas.
Pero si quieren ser fieles a Alan nada mejor que mirarlo hacer su receta.
El video me resulta fascinante por tres razones: está en la cocina donde un día decidió que iba a dejar de tomar un café espantoso e inventar su propio método; explica cada una de las variables con simpleza y sin pretensiones y, sobre todo, tiene el efecto fascinante de descubrir que un señor que uno imaginaría jugando a las bochas, dándole de comer a las palomas en una plaza o con una radio pegada a la oreja en la Tribuna Olímpica está detrás de una de las grandes transformaciones en el café doméstico del siglo XXI.
Autor: Maxi Guerra